Reportaje ilustrativo hoy en
El País sobre las bondades de la inmersión en el aprendizaje de idiomas. No descubre la pólvora, sólo justifica y da razones sobre algo que más o menos pensamos todos los que en algún momento hemos intentado aprender una segunda lengua. El texto se queda corto porque, la inmersión, creo, no sólo ayuda con la lengua, también con la libertad, el compromiso e, incluso, con la gastronomía.
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